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Quincas Borba, ascenso y caída de un espíritu de la mano virtuosa de un genio de la literatura universal

Por Flavio Roberto Nunes 

“Quien alguna vez se enfrentó a este indescifrable enigma de nuestra propia naturaleza, se asusta, sintiendo que el germen del mismo se deposita en nosotros y por algo nos invade, nos toma, nos aplasta y sepulta en una desesperada comprensión inversa y absurda de nosotros mismos. ., los demás y el mundo. Cada loco trae dentro de sí su mundo y para él ya no hay otros iguales: lo que era antes de la locura es muy diferente de lo que viene después.”

Lima Barreto, Triste final de Policarpo Quaresma

  Quincas Borba, a pesar de la preferencia de la mayoría de críticos y lectores por Memórias Póstumas de Brás Cubas, o por Dom Casmurro, es, sin duda, la novela más admirable de Machado de Assis. Con una riqueza y complejidad que todas sus otras obras están lejos de alcanzar, asombra, entre otros aspectos, el bien logrado logro en el entrelazamiento de vidas de personajes dignos de una imaginación portentosa como lo fue, en su madurez, que del gran escritor.
   Tal resultado no se logró de la noche a la mañana. Publicada por primera vez a lo largo de cinco años, de 1886 a 1891, en la revista A Estação, la versión en libro no saldría a la luz hasta 1892, una versión que, por cierto, era bastante diferente a la que iba apareciendo paulatinamente en este tipo de periódico ilustrado dirigido al público femenino, con trucos y consejos de corte y costura para mujeres que aprendieron a tocar el piano y a leer en francés, como Maria Benedita, mujeres que bailaban polkas y valses al son de las orquestas de baile en los hogares de los pudientes, como Sofía, las mujeres adeptas a la moda y todo el modus vivendi de la sociedad francesa al calor de la corte imperial.

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3.ª edición, 1899

    Además de los extractos eliminados y los agregados, el orden de los capítulos e incluso el comienzo, otro ejemplo de la diferencia entre la versión de revista y la publicada en un libro es el prólogo, que solo está disponible en la versión folletín. Revelando la polémica en torno al título, Machado aclara en este prólogo que el personaje principal de la trama no es Quincas Borba de Memórias Póstumas de Brás Cubas, ese náufrago de la existencia, mendigo, heredero inesperado e inventor de una filosofía. El creador del Humanitismo, se dice, morirá en los primeros capítulos, y este hecho no es tan importante, dado que el autor y los lectores no lo necesitamos. Por lo tanto, Rubião es la figura central de este constructo publicado durante cinco años, con muchas interrupciones y retrasos cuyas razones, a pesar de los esfuerzos de los biógrafos, permanecen oscuras hasta el día de hoy.
   Este cuadro vivo, lleno de referencias a otros autores y obras de sabiduría universal, se nos aparece como una especie de enciclopedia filosófico-literaria. Cervantes, Shakespeare, La Fontaine (“el Homero galo”), Fielding, Gógol, Goethe, Poe, Flaubert, Schopenhauer, Darwin, Spencer, y la novela Saint-Clair das Ilhas, de la escritora inglesa Elizabeth Helme, leída por Major Siqueira , son algunos de los grandes clásicos en la intertextualidad de una obra en su momento difícil de clasificar. Como Capistrano de Abreu, que ya se había preguntado si Memórias Póstumas de Brás Cubas era una novela, José Veríssimo, otro crítico respetado, también contemporáneo de Machado, incluso propuso una reestructuración de los criterios y estándares de la crítica para analizarla. Sin embargo, como ni siquiera Jesucristo agradó a todos, como se suele decir, también hubo quienes denigraron violentamente tanto a la novela como a su autor. Sílvio Romero, otro célebre crítico de la época, aunque por puro resentimiento y venganza por haber tenido una de sus obras previamente criticada negativamente por Machado, llamó a Rubião un “loco sensato” y a Brás Cubas un “adúltero empalagoso”. , diciendo que ambos no lo eran pasaron de “pretenciosos e insignificantes en su pretenciosidad, dos geeks, tipos convencionales, verdaderos abortos de una imaginación sin fuerza creativa real, salidos de la pluma de un escritor que no hace más que imitar a Sterne…” Pues , dejemos a Silvio Romero con su baba de Caín y hablemos del estilo, sobrio como un templo griego y finamente irónico, de nuestro autor.
    En las páginas de Quincas Borba no encontramos una descripción de los paisajes de Río de Janeiro, odas a las aves exóticas, a los indios idealizados o cualquier otra cosa. Este no es un documental costumbrista, literatura cargada de color local, como dicen. Lo que hay es un sondeo profundo dentro del alma humana. La psicología es la que ocupa el primer plano, aunque el trasfondo histórico, de acuerdo a su importancia, no deja de recibir su debido tratamiento. Más relevantes, sin embargo, son los sentimientos que surgen en estas almas por motivos, sentimientos comunes a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Como sucede en el momento de la exteriorización de una Fuerza Natural, los celos, la pasión carnal, la envidia, la ambición, el odio, es decir, todas aquellas manifestaciones universales del carácter humano que la razón arroja sobre el concepto de sentimiento aparecen tan pronto como aparecen los factores. que hacen que se presenten a los personajes. A través de sus gestos, pensamientos y palabras, sus intenciones se hacen patentes, pero sólo para nosotros los lectores. Rubião, en su sencillez e imprudencia, agravada por la locura, será siempre un mero peón en manos del sinvergüenza.






















 

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Defoe, Fielding y Sterne: fuentes internas de la novela

  Aún hablando de intertextualidad, no se me ocurre ningún otro novelista brasileño que haya llevado una novela suya con tantas citas y alusiones. Sin olvidar que fue Machado quien incorporó a nuestra literatura la tradición inglesa, hasta entonces poco o nada explorada por los autores brasileños, más en la línea de los franceses. Algunos critican el procedimiento. Y, sin embargo, parece incluso difícil tener una creación literaria que esté presente sin el aporte de la tradición. No hay trabajo aislado. La genialidad de un escritor occidental pasa inevitablemente por su relación con el canon europeo. Todo lo que es civilizador, para bien o para mal, nos llega de Europa, y la literatura no podía ser de otra manera. El artesano, con sus intuiciones elaboradas de manera racional, se apodera de todo lo que está a su alcance. También lo es el autor de Quincas Borba, que parodia y satiriza hasta que ya no quiere contar la historia de una demencia progresiva en un espíritu que es, sin embargo, una alegoría de la decadencia del sistema político brasileño que también se estaba desintegrando.
    Hay varios personajes, varias líneas melódicas que se entrelazan en torno al tema de la locura en un país de esclavos. Un problema para un novelista del siglo XIX. ¿Cómo tocar el punto de la esclavitud? ¿Cómo manejar el problema? ¿ignoralo? ¿Incorporarla con o sin crítica, con o sin juicios de valor? Aquí hay algo decisivo. El punto de vista de los narradores y personajes de Machado de Assis es, en su mayoría, el de la alta burguesía, la burguesía, la burocracia, la nobleza, los que no trabajaban y consideraban al negro una bestia inmunda. Brás Cubas no podía ser nada. Sin embargo, como dice aliviado, al menos no tenía que ganarse el pan con el sudor de su propia frente; Palha, propietaria de la firma Palha e Cia, una gran casa de importación en la Rua da Alfândega, aconseja a Rubião sobre la necesidad de tener solo sirvientes blancos en la casa. Son marqueses, condes, vizcondes, diplomáticos, magistrados, políticos que participan en las secciones cálidas y revueltas de la Cámara, dueños de periódicos, personajes que nos revelan la moral de la época, difícil pero no imposible de analizar a la luz de hoy. , a pesar del supremo esfuerzo del pensamiento que exige este regreso al pasado. Algo que se destaca en la naturaleza de estas criaturas, dado el pesimismo del escritor, tiene mucho que ver con el escepticismo de los brasileños en general, la incredulidad disimulada ante las convenciones.





















 

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Proyecciones artísticas de sentimientos sociopolíticos
 

    Un escritor con el talento de Machado, además de ser un maestro de los cuentos, sólo podría haberlo hecho muy bien en el género romántico. La lista de obras que intentan explicar el formato es extensa, tanto si ya existía en la antigüedad con la sátira menipea, como si surgió con Cervantes o Defoe hasta consolidarse con Fielding, Sterne, etc. Quizás el género solo tuvo sentido incluso en la Modernidad, es una expresión propia, no pudiendo existir fuera de ella. Es la epopeya en prosa de un mundo sin Dios, diferente a la Antigüedad y la Edad Media, en la que se evidenciaba el sentido de la vida de los individuos. En la novela moderna, uno corre tras un significado y se encuentra cara a cara con el absurdo. Pero no se puede tener una definición precisa para un género tan anárquico, multiforme, cuya única regla es que no hay reglas para crearlo. El argumento de la extensión para diferenciarla de la novela o el cuento es el menos sostenido. Lo cierto es que es un género que puede contener todos los demás géneros y estilos de texto imaginables. ¿Qué mejor formato se prestaría a un artista como Machado, situado en la periferia del mundo, alguien que tiene a la vista innumerables perplejidades y que necesita disponerlas en un lugar que todo lo acoge con benevolencia?
   El título del libro es una especie de truco. Cualquiera que haya leído Memórias Póstumas de Brás Cubas cree que leerá más sobre la vida del filósofo que fue amigo de la infancia de Brás Cubas. Se enfrenta entonces a una historia ya en marcha, in media res , con Rubião y su sentido de propiedad mirando la cala desde la ventana de una casona del barrio de Botafogo, pensando qué fue, qué es, qué bella Sofía, la muerte de su amigo Quincas Borba, que casi se había casado con Piedade, la hermana de Rubião. Aquí solo le falta agradecer a Dios que ella muriera antes de casarse con Quincas Borba, lo que le impediría ser heredero universal en el testamento de su amigo. “Entonces lo que parecía una desgracia…” es el pensamiento de Rubião, en el estilo indirecto libre, magistralmente trabajado por Machado al tomar turnos para tomar los puntos de vista de los personajes. Hasta que vuelves al pasado, y la historia empieza a ser contada desde el principio, para luego volver a llegar donde la dejaste y así sucesivamente. El lector se siente como engañado y al mismo tiempo encantado con la maniobra del artista. Quincas Borba, que va hasta el final con Rubião, es el perro al que le encargan criar so pena de no recibir la herencia. Otro enigma de título. ¿Es el filósofo, que también se ha vuelto loco y parece haberle pasado el grano de tontería a Rubião, o es el perro? Al final, el narrador nos dirá que ni eso importa, ni menos si lloramos o reímos con la suerte de Rubião y su animal. La Cruz del Sur, la constelación que Rubião le había pedido a Sofía que mirara, recordándolo, está lo suficientemente alta como para discernir las risas y lágrimas de los simples mortales.


















 

Axe: como un mago entre dos mundos

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  El foco narrativo aquí no podía ser otro que el de la tercera persona. En un principio, sería casi imposible explorar hasta tal punto las subjetividades de cada personaje, profundizar las sutilezas, las ambigüedades, adoptar los diversos puntos de vista, refractar la palabra en el libro de discurso indirecto en el que el autor como si encarnara en el caracteres. Acercándose y distanciándose de cada subjetividad, en una especie de polifonía narrativa caleidoscópica, el autor nos saca de Barbacena con Rubião y Quincas Borbacão y nos inserta en la lógica diferente de una metrópolis junto al mar donde todos llevan máscaras y, por tanto, no se sabe a ciencia cierta quién es quién. “La corte es el diablo”, dice uno de los personajes a Rubião, quien, en la sala de estar de su casa en Botafogo, exhibe, además de bandejas de plata tallada, las figuras de bronce de un Mefistófeles y un Fausto. La corte representa así los círculos de un infierno donde desfilan el adulterio, la traición, la lujuria, la avaricia, la prodigalidad y el relativismo, ya que el paisaje y todo lo demás depende del punto de vista, y “la mejor manera de apreciar el látigo es tener el mango en tu mano".
    La filosofía de Quincas Borba, el Humanismo, es algo latente a lo largo de la novela. Rubião, vestido con la camiseta del once polo, como decían en Río de Janeiro, sufrirá sus cimientos en su propia piel. “Al vencedor, las patatas”, morirá repitiendo en su delirio final. La mayor parte de las patatas de Rubião se quedarán con Cristiano de Almeida Palha y su mujer, Sofia, mientras que el resto será derrochado y devorado por otros invitados y comensales, sus nuevos “amigos” en la capital. Pero esta filosofía está lejos de ser tomada en serio por el autor aquí. Él la trata con ironía, burlándose de ella. Después de todo, los principios de la doctrina son grandes e ingeniosos sofismas que no se sostienen ante una audiencia más atenta. De hecho, la filosofía de Quincas Borba, que pensó bautizar con el nombre de Borbismo, ¡nos vemos!, es una parodia de las diversas corrientes filosóficas, estéticas y pseudocientíficas en boga en la época, como el Positivismo, el Darwinismo, el Naturalismo, entre otros justificantes. de desigualdades y sufrimiento. Los débiles que se rompen. A los ganadores, las patatas. No es ni remotamente una novela naturalista, escrita para corroborar una tesis, la del Humanismo, que en esencia es la filosofía de una cabeza gravemente consumida por la locura. En varias ocasiones, Quincas Borba explicó a Rubião algunos principios de su doctrina. No hay muerte, Humanitas tiene hambre y necesita comer, Humanitas está en todas las cosas, es una sustancia recóndita e idéntica, un principio único y universal, eterno, indestructible e indivisible, aunque, engañados por nuestros sentidos, por nuestra percepción, lo vemos dividido en fenómenos sólo aparentemente diferentes y separados unos de otros. En la muerte de los individuos sólo desaparece el fenómeno, la sustancia permanece igual, de modo que no hay lugar para la racionalidad y la libertad del hombre, para la razón, para su obra intelectual. Sólo hay Humanitas, todo hombre es Humanitas, ningún hombre se opone a otro hombre, la víctima es lo mismo que el verdugo, no hay dialéctica, la envidia es una virtud, y mientras la paz significa destrucción, la guerra es necesaria para la conservación, y así hasta los disparates más absurdos.

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Arthur Schopenhauer: filosofía del consuelo moral

  Y así invito al lector que aún no lo haya hecho a entrar en este universo poblado de ángeles y demonios, más demonios que ángeles, es cierto, todos gravitando alrededor de nuestro Rubião, desde su partida hasta su regreso a Barbacena, pasando por horas oscuras. de delirios, olvidos, trastornos mentales y confusión. Tiene a la comadre Angélica, Cristiano Palha, Sofía, Carlos María, Freitas (el arquitecto de las ruinas), doña Tonica y doña Fernanda (los dos únicos seres vivos quizás dotados de un alto carácter en la historia), Camacho, el mayor Siqueira, mendigos, esclavos. , páginas y tantas otras que salieron de la pluma virtuosa de un escritor que tenía esa sinceridad de la palabra y parecía haber visto realmente las cosas que relataba. Ese día, cuando terminé de releer sus libros, visité la Academia Brasileña de Letras, de la cual, además de ser uno de sus fundadores, fue también su primer presidente. Cuando vi la hermosa estatua de bronce suya construida por Bartolomeu Humberto Cozzo, en 1929, en honor al noventa cumpleaños del escritor carioca, pensé: “No está mal para un mulato tartamudo y epiléptico, nieto de libertos”. esclavos y nacidos pobres en el Morro do Livramento en el apogeo de la esclavitud... Entonces lo que parecía una desgracia...”

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