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LA ÚLTIMA CENA

Estados Unidos - Canadá, 2001

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Título original: Monster's Ball

Dirigida por: Marc Foster
Guión: Milo Addica y Will Rokos
Reparto: Halle Berry, Billy Bob Thorton, Heath Ledger
Fotografía: Roberto Schaefer
Dirección de arte: Leonard R. Spears

Duración: 111 minutos

 

Cuando lo pierdes todo, también pierdes lo que no vale la pena. 

Por Ricardo P. Nunes

  En La Última Cena , la dureza de la disciplina profesional es un don necesario que se recibe y se transmite de padres a hijos en una familia de tres generaciones de carceleros en el Estado de Georgia. Al menos así se comportaron el abuelo y su hijo Hank (Billy Bob Thornton) bajo la apariencia de otros valores éticos quizás más determinantes que la disciplina. El joven Sonny (Heath Ledger), el nieto, sigue su carrera sin la misma convicción y firmeza de estómago. Algo de esa dureza se ha desvanecido de esta herencia, al igual que el prejuicio racial que también la nutría, lo que, por un lado, hace más intolerable el ambiente sombrío del corredor de la muerte; pero eso convierte a Sonny en una deshonra para su padre, y ambos deberán esconder esa riña bajo su impecable uniforme para llevar a un negro condenado a la silla eléctrica.

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Halle Berry en su papel ganador del Oscar: Complacencia en el futuro

    El reo va más allá del papel anónimo porque deja una familia: Leticia (Halle Berry), con un aviso de desalojo pegado en su puerta, y un hijo obeso que busca redimirse en la gula frente al fracaso de ser infeliz. Resulta que Hank también sufre una gran pérdida, y es entonces cuando por casualidad se encuentra con Leticia en la calle, sin adivinar de quién era esposa y sin que ella adivinara para qué trabaja. Cuando se entera, ya está envuelto en el torbellino de necesidad y desesperación que los une y en el que comienza a ver una tórrida forma de amor y redención. El blanco racista y el negro marginado necesitan retractarse de sus viejos principios e incluso negar la lápida de sus muertos porque ya lo han perdido todo y cualquier oportunidad de felicidad es bienvenida, venga de donde venga. En una escena soberbia, Letícia, sentada en el porche del patio trasero, reflexiona en silencio sobre las perplejidades del azar. A su lado, Hank no quiere pensar más, sino vivir la vida a partir de entonces, mientras come el potito de helado que le ofrece, quien lo acepta con una mirada finalmente complaciente hacia el futuro.

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