La Marwen imaginaria de la película está ambientada en Bélgica en la década de 1940, que históricamente fue donde los nazis lanzaron su ofensiva contra Europa en la Segunda Guerra Mundial. Como el primer recuerdo de Mark son destellos de la noche atroz, la vida en la maqueta no sería solo un refugio, sino la recreación de un mundo hostil cuya salvación depende del éxito de un héroe de guerra, el Capitán Hogancamp , su avatar, porque Mark ve el misma motivación en la agresión nazi que los hombres que casi lo matan al salir del club. En las batallas de su fantasía inventiva, puede contar con el pelotón bien armado formado por las mujeres que lo rescataron, que se solidarizaron en la clínica de rehabilitación y en el día a día. Dos de los habitantes de estos ensueños encarnarán su drama más allá de las plumas del pueblo de Marwen; uno de ellos parece simbolizar las secuelas paralizantes del trauma; el otro, la redención de la esperanza en el amor recíproco. El choque entre estas dos musas constituye el hilo psicológico de la trama llena de acción adornada con efectos visuales exquisitamente detallados y encantadores.